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Micah P. Hinson (VI): Abilene

En el que no estoy muy seguro del título de la canción.

Abilene:

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Micah P. Hinson (V): Beneath The Rose

Beneath the rose:

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Micah P. Hinson (IV): I Keep Having These Dreams

Donde Hinson deja la guitarra eléctrica.

I keep having these dreams:

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Micah P. Hinson (III): Dyin’ Alone

En el que Hinson se arranca a hablar y se permite alguna broma, como que el mueble es su Red Empire Orchestra.

Dyin’ Alone:

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Micah P. Hinson (II): You’re Only Lonely

Donde el mueble toca (o, al menos, tiene las manos sobre) el teclado y donde Hinson deja que la guitarra grite por él.

You’re only lonely:

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Micah P. Hinson (I): Close your eyes

Donde Hinson empieza tranquilo y solamente al final enseña un poco los dientes, a modo de aviso.

Close your eyes:

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My mistake

Pasó Micah P. Hinson por el tracker sin pena ni gloria. Escuché dos o tres veces el disco y a otra cosa. Pero hay disculpa, siquiera una pequeña: yo no podía saber cómo eran sus directos.

Hace más de un año, si la memoria (y Google) no me falla, Rufus Wainwright tocó en La Riviera (descanse en paz). Justo antes de su actuación estaba previsto que saliera Micah P. Hinson pero unos problemas de salud le impidieron aparecer y fue sustituido por un insufrible grupo español. No pudo ser.

Si no recuerdo mal, mientras Tom Waits nos hacía tocar el cielo en Barcelona, Hinson daba un concierto en Madrid al que, obviamente, no pude asistir. Tampoco pudo ser.

Y como nunca le había visto, no me preocupaba. El lunes 17 de noviembre de 2008 Micah volvió a Madrid. Sin saber muy bien qué me iba a encontrar -después de todo había escuchado algo suyo y no me había llamado la atención aunque, por otra parte, ya iba avisado de que en directo era otra cosa-, por fin iba a ver a quien se me resistía sin que yo hiciera mucho por mi parte.

Ahora sólo puedo decir que llevo una semana en estado de shock, sin saber muy bien cómo reaccionar. De igual forma, no sé qué decir ni cómo describirlo. Tendría que comentar cada una de las canciones que nos regaló esa noche y aun así no podría llegar al fondo.

Con tan pocos elementos (al fin y al cabo la banda estaba compuesta por cantante y guitarra, batería y mueble) hizo algo muy grande. En ese sentido me recordaba a lo que es capaz de hacer Jack White en un escenario; en eso y en las raíces blues (mucho más mezcladas con el blues blanco, el country, en el caso de Hinson), por ejemplo. Y ya que hablamos de blues, puede entenderse perfectamente cómo entronca éste con el punk después de ver la forma de cantar del de Texas.

Un verdadero frontman, con todo el carisma y presencia del mundo. Sin una sola pega, sin peros. Rabia y delicadeza, suciedad y un toque crooner que no desentonan.

Ya digo que es difícil explicar lo que es sin estar allí. Todo lo más que puedo hacer -y no es lo mismo, aunque es lo que más se le acerca- es tirar de vídeos. Así he pasado yo esa semana que, digo, he estado de shock: intentando volver a atrapar el momento con lo que quedó grabado.

Así que queda prometido. Iré poniendo los vídeos del concierto íntegro. Y, ya que estoy, trataré de poner también los de los Jayhawks en el Azkena Rock que, debido al delirio de los fans, necesitarán más retoques.

Por ahora dejo esta canción, de su último disco; una de tantas que se me metió en la puta cabeza y que no consigo sacarme: Sunrise Over Olympus Mons. Una vez oída, olvidadla, porque el directo no tiene nada que ver con lo que podáis escuchar de Hinson en sus discos de estudio.

[audio:2008/11/sunrise_over_olympus_mons.mp3]

Lamontagne

Reconozco mi odio personal e intransferible hacia Damien Rice, a pesar del enorme éxito (o precisamente a causa) de su hit Blower’s daughter que, también admito, es muy buena canción. Quizás de ahí surja, ya digo, el enconamiento: siempre me pareció un artista de un día, fruto de ese pelotazo que pegó gracias a la película Closer; no hay mucho donde rascar, un bluff.

Supongo que es en parte por eso por lo que, cuando me topo con algún otro artista que, de algún modo, pudiera comparársele pero que, sin embargo, le da mil vueltas y tiene mucho más miga que él, no puedo reprimir el impulso de gritar “¡¿Ves?! ¡Esto es lo que le gustaría ser a ese gilipollas de Damien Rice pero que a lo que nunca llegará a acercarse ni con toda esa estúpida melancolía irlandesa de mierda!”. Normalmente lo grito cuando no hay nadie cerca y consigo pasar por un ser humano normal.

Algo así me ocurrió con el ya legendario J. Tillman, un héroe por estos lares en lo que a melancolía y tristeza radical se refiere. Me atrevo a asegurar que Tillman nunca alcanzará las cotas de popularidad de Rice pero puede acostarse sabiendo que hay mucha más sinceridad y belleza en lo que ha hecho de lo que será capaz de hacer nunca el otro.

Es un poco prematuro para estar seguros, pero creo que me he encontrado por casualidad con un caso parecido al de Tillman (con el cual, por cierto, comparte además la profesión de zapatero en sus inicios; ¡qué cojones le pone esta gente al betún!). Ray Lamontagne; el de la foto, claro está. Aspecto desastrado, barbudo, y una cierta languidez. Dos discos: Trouble (2004) y Till the sun turns black (2006), disponibles en su tracker favorito.

Dos muestras, una de cada disco:

[audio:2008/09/forever_my_friend.mp3]

Forever my friend, del primero, un poco más animada, donde ya demuestra la enorme personalidad de su voz, de sus letras, ese gusto exquisito con las guitarras y unos arreglos bien encajados.

[audio:2008/09/can_i_stay.mp3]

Can I stay, del segundo, empieza de la forma más clásica posible, con esos violines tan típicos. Pero acaba por llevársela a su terreno y la desviste de la cursilería que podría tener hasta el punto de que casi te entran ganas de decir, con los ojos arrasados en lágrimas: “Por dios, déjale quedarse”.

Esos fraseos tan sutiles que descienden hasta casi un susurro, como si la voz se le fuera apagando (nada que ver, en todo caso, con Laura Up… with the… sunrise Gibson, pero sí con la mejor versión de Cat Power) con pequeñas excursiones en la música negra en ocasiones (a veces una pizca de funky disimulado entre el folk intimista) mezclado con el más puro clasicismo de cantautor blanco con guitarra. Así pues, tenemos algo, inevitablemente, de Dylan, algo de soul, de rock clásico americano pasado por el filtro de la modernidad (como Ben Harper, si éste fuera menos comercial)… una combinación que se le da muy bien al de New Hampshire.

Para despejar las suspicacias que pudiera haber: su estilo está clarísimamente más cerca del Ryan Adams del Heartbreaker (cualquier fan de este disco estará más que encantado con este hallazgo) que de artistas más extraños y personales, como Elliot Smith o Will Johnson (tanto en solitario como con sus dos bandas principales), con el cual, sin embargo, comparte aspecto de vagabundo.

Dentro de poco -el 14 de octubre, para ser más precisos- está previsto que salga su nuevo trabajo, Gossip in the grain, del que podemos escuchar, gracias a Youtube, los cortes You are the best thing -que sigue la línea más soul, al hilo de Otis Redding y Sam Cooke- y Let It Be Me. Estaremos atentos.

De primero

Antes de que una amable señorita me advirtiera de que no se podía grabar nada, un tesoro hundido y a medias:

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