Donde Hinson empieza tranquilo y solamente al final enseña un poco los dientes, a modo de aviso.
Close your eyes:
Donde Hinson empieza tranquilo y solamente al final enseña un poco los dientes, a modo de aviso.
Close your eyes:
Pasó Micah P. Hinson por el tracker sin pena ni gloria. Escuché dos o tres veces el disco y a otra cosa. Pero hay disculpa, siquiera una pequeña: yo no podía saber cómo eran sus directos.
Hace más de un año, si la memoria (y Google) no me falla, Rufus Wainwright tocó en La Riviera (descanse en paz). Justo antes de su actuación estaba previsto que saliera Micah P. Hinson pero unos problemas de salud le impidieron aparecer y fue sustituido por un insufrible grupo español. No pudo ser.
Si no recuerdo mal, mientras Tom Waits nos hacía tocar el cielo en Barcelona, Hinson daba un concierto en Madrid al que, obviamente, no pude asistir. Tampoco pudo ser.
Y como nunca le había visto, no me preocupaba. El lunes 17 de noviembre de 2008 Micah volvió a Madrid. Sin saber muy bien qué me iba a encontrar -después de todo había escuchado algo suyo y no me había llamado la atención aunque, por otra parte, ya iba avisado de que en directo era otra cosa-, por fin iba a ver a quien se me resistía sin que yo hiciera mucho por mi parte.
Ahora sólo puedo decir que llevo una semana en estado de shock, sin saber muy bien cómo reaccionar. De igual forma, no sé qué decir ni cómo describirlo. Tendría que comentar cada una de las canciones que nos regaló esa noche y aun así no podría llegar al fondo.
Con tan pocos elementos (al fin y al cabo la banda estaba compuesta por cantante y guitarra, batería y mueble) hizo algo muy grande. En ese sentido me recordaba a lo que es capaz de hacer Jack White en un escenario; en eso y en las raíces blues (mucho más mezcladas con el blues blanco, el country, en el caso de Hinson), por ejemplo. Y ya que hablamos de blues, puede entenderse perfectamente cómo entronca éste con el punk después de ver la forma de cantar del de Texas.
Un verdadero frontman, con todo el carisma y presencia del mundo. Sin una sola pega, sin peros. Rabia y delicadeza, suciedad y un toque crooner que no desentonan.
Ya digo que es difícil explicar lo que es sin estar allí. Todo lo más que puedo hacer -y no es lo mismo, aunque es lo que más se le acerca- es tirar de vídeos. Así he pasado yo esa semana que, digo, he estado de shock: intentando volver a atrapar el momento con lo que quedó grabado.
Así que queda prometido. Iré poniendo los vídeos del concierto íntegro. Y, ya que estoy, trataré de poner también los de los Jayhawks en el Azkena Rock que, debido al delirio de los fans, necesitarán más retoques.
Por ahora dejo esta canción, de su último disco; una de tantas que se me metió en la puta cabeza y que no consigo sacarme: Sunrise Over Olympus Mons. Una vez oída, olvidadla, porque el directo no tiene nada que ver con lo que podáis escuchar de Hinson en sus discos de estudio.
[audio:2008/11/sunrise_over_olympus_mons.mp3]
No sé. No estuve.
La crónica del concierto de Spoon va a ser un poco más resumida porque ya ha pasado más de una semana, porque ese día estaba cansado, porque no tengo ni fotos ni vídeos propios ni setlist ni nada y porque esto es un sindios, me cago en el misterio.
Este fue el concierto final de una semanita algo movida en lo que a lo musical se refiere y que culminó, para otros, con la presencia del Boss en el Palacio de los Deportes. Tal y como acabo de mencionar, ese día -viernes, final de la semana- estábamos un poco cansados del anterior (fraude-fiesta de Josh Rouse en el Wild Thing incluida), y además llegamos excesivamente pronto a la sala. Lo suficiente para tragarnos una parte de los teloneros.
Los teloneros, como ya advertimos, fueron Explosions in the sky, un grupo únicamente instrumental. Para ser sinceros, nos pasamos casi todo el rato hablando, así que no puedo dar una opinión certera sobre su actuación. Puede que si nos hubieran pillado en otro momento los hubiéramos disfrutado más. Pero no fue así. Simplemente estaban allí, en el escenario, y nosotros estábamos acodados en la barra con un par de cervecitas y a nuestro rollo. Eso sí, el final estuvo a buen nivel:
Joy Eslava no se llenó, ni mucho menos, con la presencia de Spoon (¡¿cómo puede ser que se acabaran las entradas?!). Sobre todo comparado con el jueves. Estábamos bastante holgados, la verdad.
Empezaron con My little japanese Cigarette Case. Buena canción para entrar en faena. Que recuerde, también escuchamos “The underdog“, “Rhytm & soul“, “They never got you“, “The Beast and Dragon, Adored“, “Don’t make me a target“. La próxima vez me llevo una libreta, palabra.
Unos vídeos ilustrativos:
– My little japanese cigarette case:
– The underdog:
– Don’t make me a target:
Sólo un par de comentarios más. La gente se pasó casi todo el concierto hablando (por algún lado lo he leído y es verdad; además, en cualquiera de los vídeos se oye). Ellos sonaron muy bien, pero quizás les faltó algo de volumen y de fuerza.
No sé qué fue finalmente: si el ambiente general, la sala, el sonido, mi cansancio o ellos. El caso es que prometen mucho y el concierto estuvo, en general, muy bien, pero hay margen para la mejora.
Llamémosle X. Pongamos que X confundía a Josh Rouse con ZZ Top (pero esa es otra historia); es decir, que X fue al concierto sin apenas haber escuchado nada de él antes. X bien podría ser también Y, y entonces estaríamos hablando de hace un año y de Guadalajara, en lugar de Madrid. Es indiferente porque la reacción fue calcada: asombro. Verdadero asombro ante un artista como una catedral. Así son siempre sus conciertos. Rouse está en estado de gracia.
A los que ya le conocíamos no podía sorprendernos, pero eso no quiere decir que no se mantuviera al excelente nivel al que nos tiene acostumbrados. El día: el jueves pasado (22 de Noviembre de 2007). La sala, Joy Eslava, estaba repleta cuando llegamos. Y llegamos, la verdad, justo a tiempo para verle salir; por los pelos.
Esta vez fue un concierto algo más eléctrico y menos íntimo. El sonido fue algo peor que el año pasado en Guadalajara y Madrid (sobre todo en Madrid, donde fue cojonudo); los bajos, es verdad, retumbaban bastante, lo que, tal vez, puede achacarse a la sala o a nuestra posición en ella. Con su más que correcto español soltaba de vez en cuando alguna frasecilla hippie (nos llamó “amores” y nos dijo que estábamos muy guapos), pero lo importante es la música y ahí, ya digo, tampoco hubo fallo. Cualquier canción que toque es bienvenida porque no tiene disco malo, ni canción mala. Lo de Rouse es reverencia absoluta por la melodía.
Los estilos que maneja Rouse son múltiples: desde la balada más clásica hasta los ritmos funkies, pasando por guiños al country. Si bien es en los discos donde explora con más profundidad los detalles y las sutilezas, en directo es más… eso, más directo. Muestra las canciones con menos alharacas, y más en crudo, y ahí es donde se aprecia que, también así, son canciones memorables.
La banda que le acompañaba (uno más que el año pasado) estuvo a la altura. Ninguno parece ser virtuoso, pero tampoco lo necesitan. Y no cansaron en absoluto (es imposible, con ese repertorio). Consiguen que disfrutes cada canción como si fuera un nuevo hallazgo.
A falta de un setlist en condiciones, habrá que recurrir a la devaluada memoria. Tocó, que recuerde: Slaveship (en uno de los bises, a susurrante petición de uno de los asistentes), Givin’ it up for good, SAD EYES (no Blue eyes, vale, vale), Quiet town, Carolina, Hollywood Bass Player, Sweetie, Pilgrim, Come Back (Light Therapy), Love vibration, It’s the nighttime, His Majesty rides, Winter in the Hamptons, My love has gone. A mí, personalmente, me faltó Nice to fit in, pero se lo perdono.
FOTOS:
Tres fotos para ilustrar la crónica. No son muchas pero tampoco nos pagan por esto:
VIDEOS:
También hay unos pequeños vídeos de muestra. En concreto, de Hollywood Bass Player, Love Vibration, Quiet town y Winter in the Hamptons:
Para completar y como siempre, YouTube está al quite y nos deja unos cuantos vídeos de su actuación para que los que fuimos lo recordemos y los que no, se golpeen penitentemente el pecho por su craso error.
Que lo disfrutéis retrospectivamente.
Larga vida a Josh Rouse.
Fue el domingo pasado y fue en el Palacio de los Deportes de Madrid. Dos horas y media -poco menos, para ser exactos- de Silvio Rodríguez.
Imprevisto no por él, que lo tendría programado desde hace meses, sino para mí, que me encontré casi sin comerlo ni beberlo con una entrada inesperada y una compañía pasable.
No puede decirse que yo sea un superfan del cantautor cubano: no tengo toda su discografía ni me conozco todas sus canciones, pero las que sí conozco, me gustan bastante.
Tres guitarras, incluida la suya, flauta y percusión componían el combo que salió al escenario. El sonido fue espectacular, como cabía esperar del espectáculo tranquilo y nada estridente que prometía Silvio. Su voz se mantiene a buen nivel (aunque tal vez ya no llegue a las notas más altas y así tuvo que transformar ligeramente alguna de sus canciones -o, tal vez, fue una licencia artística, que todo puede ser) y el acompañamiento era excelente, como corresponde a los músicos cubanos.
El concierto fue bastante intenso, con referencias políticas aquí y allá y gritos de alabanza a Cuba entre canción y canción por parte del público. Eso sí, a mitad, salió un tío plasta, invitado por Silvio, a presentar dos canciones suyas que eran malas a rabiar. No he encontrado el setlist, así que sólo puedo enumerar de memoria algunos de los temas que tocó: La canción del Elegido (preciosa referencia a El principito), La era está pariendo un corazón, El necio, Óleo de mujer con sombrero (que modificó ligeramente para adaptarla al resto de instrumentos), Te doy una canción, Escaramujo (Si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo), Ángel para un final, Unicornio. Me faltó Playa Girón. Hasta tres bises ofreció el artista: de ahí no quería moverse casi nadie hasta que no quedó más remedio.
Quiero resaltar el profundo análisis de mi acompañante, que lo resume todo: “Muy poético todo, ¿que no?”.
Por supuesto, uno de los momentos memorables fue Ojalá, con todo el recinto en pie. He aquí una muestra en Alta Definición () y con sonido Dolby Surround (cojonudo ese móvil):
Y por fin, con algo de retraso, un vídeo -algo escorado- en Alta Definición (™) y con un sonido que raya en la perfección (no sé si debido a lo bien que sonaron o a la calidad del instrumento de grabación) del concierto de Wilco para poner los dientes largos a propios y extraños. Es poco más de dos minutejos de Kidsmoke. Suficiente para hacerse una idea aproximada de lo que fue el maravilloso recital de Tweedy y los suyos:
Y como estamos que lo tiramos, de propina unas cuantas fotos del mismo concierto -y desde el mismo escorado ángulo- para deleite de los equivalentes propios y extraños.
Los agradecimientos por el material audiovisual son de recibo y ahí van: gracias a quien corresponde. Dios te lo pague con un buen novio.
El que avisa no es traidor. Que luego no me venga nadie con un “no lo sabía” o “nadie me dijo nada”.
Dos conciertos para este final de semana.
El jueves, Josh Rouse presenta su último disco, Country Mouse City House, en Joy Eslava (Madrid). El año pasado ya nos deleitó con sendas actuaciones en Madrid y Guadalajara, donde presentó alguna de las canciones que más tarde incluiría en el mencionado álbum. Tampoco nadie puede quejarse de no haber escuchado nada de él porque ha sido un habitual del tracker. Es una apuesta segura. Muy recomendable.
Al día siguiente y con motivo del festival Wintercase 2007, Spoon aparecerán en la misma sala que Rouse acompañados por Explosions in the sky. Este concierto es un poco más especialito. Para empezar, los teloneros hacen música instrumental (en el tracker tenéis todavía una muestra). Y Spoon… ¿qué puedo decir de Spoon? Creo que es una de las mejores bandas que han salido últimamente, peeeeero… reconozco que puede no gustarle a todo el mundo o, más bien, no todo el mundo reconocerá su excelencia, que la tiene. Es igualmente muy recomendable, pero aconsejaría al interesado que se escuhara algo del grupo antes.
Que nadie piense mal, no son un grupo raro, con instrumentos raros, que recitan “Number 9” una y otra vez mientras suenan unas uñas contra una pizarra. Simplemente son atípicos, de la misma forma que puede serlo Wilco. Id, hombre, que os va a gustar.
Quedáis advertidos.