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Rock para cuarentones indulgentes

(Concierto del día 10-04-2014 en la sala Clamores)

La sala Clamores no es el sitio idóneo para un concierto de rock. El público está sentado alrededor de mesas de mármol más o menos apiñadas en la zona alargada situada frente al escenario; los camareros, encamisados, deambulan con sus bandejas haciéndose inverosímiles pasillos entre la gente para llevar las bebidas o apuntar pedidos. Para ir a los baños (¡por el amor de dios!) hay que pasar por delante del grupo que está tocando; casi interrumpirles con el típico gesto de disculpa (doy fe de ello).

Tampoco Willie Nile es los Rolling Stones ni su público una manada de adolescentes furiosos y cabreados con el mundo que necesitan una pradera para desfogarse. Gracias a dios. Más bien seríamos (su público, digo) una panda de nostálgicos de un rock más ingenuo, un rock de estribillos y de historias, de carretera y guitarra al hombro. Un público, además, que se bebe su cerveza y conversa brevemente entre canción y canción. Un público, en definitiva, que al igual que el señor Nile, lleva sus mejores años a la espalda.

Así es él: sin ninguna de las poses superficiales de las estrellas de rock y todas las imprescindibles del roquero a la vieja usanza. Excepto, quizás, que en esta ocasión se dejó por el camino al bajista, fundamental en la formación clásica del rock -se le echó de menos en algunos momentos para dar algo más de músculo al sonido. El grupo, por tanto, consistía en el propio Willie Nile -a la acústica y en alguna canción al piano-, un tipo con greñas a la batería y Jorge Otero, de Stormy Mondays a todo lo que se terciara.

Tengo apuntadas varias de las canciones pegadizas que componen su repertorio y que tocaron esa noche. No están todas las que son pero sí son todas las que están: One guitar, Streets of New York, Vagabond Moon, It’s all over, Across The River, Yesterday’s dreams, House of a thousand guitars, Little light,  Sunrise in New York City, Her Love Falls like rain.

Se puso ñoño en algunos momentos (que si los niños que se mueren de hambre en Across the river, ¿es que nadie va a pensar en esos niños?) e hizo referencia a algún que otro músico muerto (se está viendo más cerca que lejos del hoyo) pero en general parece un buen tipo con un puñado de historias que contar (como la de John Lennon y el último autógrafo que firmó en su vida).

Quizás el mejor resumen que se pueda hacer de Willie Nile sea ese homenaje a Lou Reed al final. Esa conjunción de humildad y pasión por el rock para salir en el bis con Sweet Jane. Y claro, todo el mundo en pie.