Ya avisé de que el miércoles pasado había concierto y yo no miento. Allí estuvimos codeándonos con artistas famosos como Elena Anaya.
Tengo que advertir que hay opiniones para todos los gustos. Hubo alguno a quien no le gustó nada (pero siempre hay gente sin criterio musical por el mundo). Hubo a quien le pudo gustar más (si llega a haber una silla a mano). Y luego estoy yo.
Lo que Cat Power hizo anoche es tan hermoso que duele. Es difícil de explicar: una mezcla de blues, soul, jazz, pop (y un montón de famosos, como Elena Anaya…). Todo ello a media voz, casi en un susurro, con esa increíble voz grave que sonaba con una sutil levedad, como si cantara (y el resto del grupo tocara) con el temor de despertar a un niño; como un roce, como si la música te meciera. Chan Marshall no cantaba, insinuaba, se dejaba llevar. (El resumen que haría uno cualquiera de los que estuvieron allí conmigo: No se oía una puta mierda).
Algunas versiones, como Satisfaction (que esta vez era reconocible) o I’ve been loving you de Otis Redding. Indispensables, como la propia The greatest. Sólo me faltó Metal heart. No se pasó de experimental y, desde luego, no es la música más comercial del mundo: demasiado sutil, intimista y melancólico para patéticos fans de los cadáveres vivientes The Who.
No sólo es bastante atractiva, que lo es un rato, sino que además es muy maja, como demostró quedándose lo que hiciera falta para poder firmar todo lo que le pusieran por delante. Creo que estoy enamorado. Hablo en serio. Si no fuera porque lo nuestro es imposible, creo que la buscaría ahora mismo para proponerle envejecer juntos.
De verdad, mereció la pena. Pura poesía. Y, además, con famosos (como Elena Anaya…) . ¿Qué más se puede pedir?
… y Almodóvar